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Una tarde calurosa

30 junio 2012

Llevo unos días perdida con Encrucijada y las miles de cosas en las que estoy metida (uffff... cada vez son más) pero he encontrado un hueco para... ¿cómo decirlo?

Desestresarme???

Desfogarme????

Ains... no sé... vosotros mismos podéis decidír:



Su boca, atrapada por unos labios masculinos, la silenciaron. La lengua del hombre presionó levemente, buscando un permiso que le fue concedido. Sus manos fueron a enredarse en el negro cabello y su cuerpo se acercó hasta el de su compañero, ansiando volver a reencontrarse con el calor que había experimentado cuando estuvieron agarrados de la mano.

Un coro de jadeos, suspiros y gemidos fueron entonados en la habitación, ofreciendo una banda sonora idílica que acompañaba a los movimientos de la singular pareja que ocupaba la oficina.

Las manos masculinas descendieron por el cuerpo de la mujer, hasta desaparecer bajo la blanca camisa, dejándole libre acceso hasta los redondeados senos que le ofrecieron una dulce bienvenida, con los pezones ya inhiestos clamando por ser tocados por esas manos expertas que conseguían volver loca a su dueña.

La boca del hombre abandonó los labios de Melody para ir depositando suaves besos a lo largo del níveo cuello, hasta ofrecerle un sutil mordisco en la vena carótida, que consiguió arrancarle un jadeo de impaciencia.

Ella necesitaba más.

Sus delicadas manos se deshicieron de la cazadora del hombre para a continuación arrancar, con un fuerte tirón, la línea de botones que formaban parte de la negra camisa de él. Un acto que sorprendió a ambos.

El mensajero elevó el rostro para enfrentar su mirada, mientras una pícara sonrisa correspondió a la de Melody, para ser escondida por un abrasador beso.

Los dedos de la mujer se asentaron en los pectorales masculinos y fueron delineando un estómago rígido, donde se deja vislumbrar el dibujo de la tableta de chocolate que tan loca la volvía. Descendió un poco más en su recorrido y atrapó la presilla de los pantalones vaqueros, mientras decidía si seguía o no con su avance.

El hombre, que no había querido quedarse atrás, remangó la camiseta de Melody hasta sus hombros dejando al descubierto la parte del cuerpo que tanto había tentado a sus dedos y que ahora le reclamaban una mayor atención.

Descendió con rapidez, atrapando con la boca uno de los puntos erectos, dejando que su lengua lamiera el pezón, la areola y succionara lentamente, consiguiendo transmitirle a su dueña pequeños espasmos eléctricos que sirvieron para que tomara una decisión.

Melody se deshizo del botón del vaquero y bajó la cremallera metálica, dejando libre un pene suculento, erguido, ancho que ni en sus mejores sueños eróticos habría imaginado.

Un jadeo de sorpresa fue emitido por Melody que fue acompañado por su lengua, la cual lamió sus labios previendo un posible festín que de seguro la iba a dejar saciada.

Los pantalones masculinos descendieron sin ningún impedimento hasta el suelo, acompañados por los leotardos de la mujer.

El rostro del hombre se elevó. Un beso voraz se cernió sobre los labios de Melody, arrancándole un nuevo gemido, al mismo tiempo que sus manos se aferraban a la espalda de él, buscando una mayor estabilidad.

Fue en ese momento, en el que el mensajero aprovechó para atravesar la pequeña tela roja del tanga, hasta atrapar el clítoris de la mujer, sorprendiéndola ante sus movimientos.

—Depilado, como me gusta.

Una nueva sonrisa se dibujó en el rostro de Melody, consiguiendo que un deseo de satisfacción se le asentara en el corazón, ante las palabras de su compañero. Una sonrisa que desapareció con rapidez en el mismo instante en el que los dedos del hombre se adentraron por su pubis hasta hundirse en sus profundidades.

Los dientes de Melody atraparon el labio inferior, en un intento vano de ahogar los gemidos que estaban provocando los movimientos del mensajero. Entraban y salían, entraban y salían, para detenerse de vez en cuando a jugar con su pequeño botón mientras los espasmos le recorrían el cuerpo.

De pronto, cuando Melody estaba a punto de llegar al orgasmo deseado, las falanges de su compañero se detuvieron. Salieron de su interior dejando un triste vacío que provocó en ella un sentimiento bastante inusual.

Propiedad Merche Diolch ©

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Escritora perdida #MásAlládelosSueños Madre de Gaby, mi pequeño mundo Feliz con mi vida, algo loca #YoLeoRA

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