Después de la buena cogida que tuvo el Prólogo de lo que llamé Experimento 1 y de la demanda que recibí por querer saber más, os subo el Primer Capítulo de esta locura.
Aviso para navegantes: esta historia es esperpéntica y ha nacido como una forma de desahogo.
Si no leíste en su momento el Prólogo de Experimento 1 PINCHAD AQUÍ (para que podáis disfrutar de la lectura en orden).
Y aquí va la continuación:
Capítulo
1
Después de pensarlo mucho y de darle
vueltas a la cabeza, creo que con todo lo que vivisteis el otro día, con todo
lo que sabéis de mí ―por cierto, más que mi madre―, me he dado cuenta que no
sabéis quién soy o mejor dicho, cómo soy. Y como yo soy una chica educada,
aunque sea tarde, me voy a presentar:
―Mi
nombre es Cristina Sánchez Blanco. Nia para los amigos. Mido 1’70, más o menos,
y peso 90 kg. Bueno, 95 kg. Bueno… y digo yo, que qué más da lo que pese; kilo
arriba, kilo abajo: ESTOY ESTUPENDA ―sí, hoy me he levantado con el ego
subido―.
»El cabello lo llevo
corto, rubio, de un rubio natural que llama la… Vale, sí, me habéis pillado, es
de bote pero tengo una peluquera que me deja divina cada vez que voy a verla…
Cada 6 meses. Mis ojos son de un color especial, brillante, atractivo… Esperad
que me gusta soñar de vez en cuando, ains… Son marrones. De un insulso color
café o por poner una etiqueta poética: color caramelo ―entre nosotros: color
mierda―. Y soy… ¿simpática? ¿agradable? ¿amistosa? No sé qué adjetivo encaja
mejor para describirme, quizás algo cínica de la vida y no me gusta, no me
gusta, no me gusta hacer nuevos amigos. Me cansan las relaciones diplomáticas y
me gusta más quedarme en casa que… ¡Agh! Acabo de darme cuenta que soy Mr.
Scrooge.
»El
tema es que como habéis podido averiguar mi vida es un tanto complicada
últimamente pero si queréis acompañarme en la aventura de ser ESCRITORA ―que
conste que lo pongo en mayúsculas para creérmelo del todo― sois bienvenidos.
»Por
que una vez hechas las presentaciones continuemos con la historia.
******
Un día más en la tediosa y aburrida
mañana de una parada en este nuestro país, España.
Hoy, para variar, me ha
tocado madrugar para ir a sellar al INEM. Lo sé, no me lo digáis, sé que podría
haberlo hecho desde internet pero entre nosotros, no me fío de ello. Tengo la
firme convicción de que lo que nos han vendido como el mayor de los avances,
para el bien común de los ciudadanos de a pie, es solo una artimaña de los que
mandan para que de alguna manera u otra terminemos fuera de la lista de los
miles de parados que acechamos en las estadísticas.
El
despertador sonó bien temprano ―no hay que olvidar que hay un horario para que
te impriman el sello en la demanda―. Me arreglé con el mejor de mis trajes. Ese
de color mostaza que siempre me ponía para dar una buena impresión y me recogí
el cabello con un moño impecable. Sí, iba a sellar. No, no iba a ninguna cita,
ni entrevista, ni reunión pero… y si
mientras esperaba llegaba el perfecto jefe, aquel príncipe azul que en
vez de repartir besos, repartiera trabajo.
¡ILUSA!
Después
de esperar una cola infinita que por arte de magia se evaporó en menos de diez
minutos ―la gente tiene mucha prisa cuando no tiene un trabajo―, acabé delante
de la endemoniada página en blanco… perdón, no estaba en blanco, no me puedo
olvidar del título que tanto me costó. Pues eso, terminé delante de la pantalla
del ordenador esperando que mi Experimento
1 avanzara.
Lo
sé, el día anterior quedé con ella. Tenía una cita ineludible que cumplir por
la tarde pero después de exprimir mi cerebro, buscando ese título ideal ―aunque
fuera provisional―, no me vi capacitada para continuar. También es verdad que
me quedé dormida encima del sofá, con la baba colgando y solté más de un… pero
en fin, creo que todo esto no es necesario que lo sepáis.

Acabé
agotada. Las cajas estaban vacías. Los armarios y las estanterías estaban casi
vacíos… Miré a cada lado y no lo comprendía:
―A
ver Nia ―me dije en voz alta―. Si viniste cargada como una mula. Si vaciaste el
ático y apenas le dejaste nada a ese HdP ―creo que no hace falta que os lo
traduzca pero si no lo entendéis avisad―. ¿Dónde coño está todo?
De
pronto caí. Sí, lo sé, a veces soy un poco torpe. Cerca de la puerta, como si
de una bandera negra se tratara ―negra por el color no es porque estuviera de
luto―, había una docena de bolsas de basura que esperaban que las bajara a la
calle.
―¿Y
ahora qué hago?
Me
desplomé sobre el sofá y dejé mis ojos fijos sobre esa montaña de plástico. La
realidad acababa de golpearme bien fuerte dejándome K.O. y sin poder evitarlo
comencé a llorar.
―Mierda
de vida ―me repetí una y otra vez mientras mi rostro era bañando por el agua
salada―. ¿Qué voy a hacer ahora?
―Sí,
mamá.
―Cristina
―me saludó.
El
silencio se posó en la línea del teléfono. Yo intentando sosegarme después del
bajón que acababa de sufrir y ella, mi madre, pues en realidad no sé qué
estaría haciendo.
―Mamá,
¿querías algo?
―No.
Solo llamaba para ver cómo estabas.
Dejé
mis ojos en blanco.
―Bien…
―mentí. Sí, mentí pero si la conocierais.
―Ajá.
Un
nuevo silencio.
―Mamá,
tengo cosas qué hacer.
―Ah,
vale. Yo también.
―Adiós.
―Ah,
sí, hija. Se me olvidaba ―me dijo de pronto.
―Si….
―Hoy
he visto a Pedro, tu prometido…
―Ex
prometido, mamá ―le interrumpí.
―Preguntó
por ti y…
―Mamá,
de verdad, no quiero saberlo ―le señalé contando mentalmente hasta diez.
―Pero
Cristina. ―Gruñí y sé que ella me escuchó. Mi madre era la única que usaba mi
verdadero nombre para dirigirse a mí―. Pedro te echa de menos y…
―¿Para
qué? ¿Para qué me echa de menos, mamá? ¿Para hacer un cuarteto en vez de un
trío?
―Oh
Nia, te pones insoportable cuando usas ese tono.
―Mira
mamá ―me calmé―, tengo cosas que hacer y…
―Y
yo. Yo también tengo mucho que hacer. Cristina, no eres la única que…
El
timbre de la puerta retumbó en el apartamento. Salvada por la campana.
―Mamá
te dejo. Llaman a la puerta.
―Vale
Cristina. Te llamo mañana y…
―De
acuerdo, mamá. ―Y colgué.
Respiré.
Respiré. Respiré.
―Nia,
es tu madre. La mujer que te trajo al mundo. 1,2,3,4… ―Me pasé la mano por el
corto cabello y expulsé todo el aire que retenía mientras me decía esas
palabras―. Tu madre, Nia.
El
golpe en la puerta me distrajo de mi discurso.
―¡Nia!
¿Estás ahí?
―Belén.
―Reconocí su voz enseguida a pesar de que llegaba distorsionada a través de la
madera de la entrada.
Belén
es mi mejor amiga. La única amiga que tengo y es especial porque ¡MI MADRE LA
ODIA! No es que seamos amigas por los sentimientos encontrados que produce en
mi progenitora, para nada. Bueno, si esto va a ser como el confesionario
―mientras decido cómo llamar a esto que compartimos, vosotros y yo, usaremos
ese término―, creo que lo mejor es ser sincera y… Sí, al principio fui solo
amiga de Belén porque mi madre la detestaba; por sus pintas: alta, muy alta y
delgada. Lo que llamaríamos una pajita andante. Viste de negro riguroso, con
algún toque morado, y lleva las botas militares a todos los sitios ―como sé que
lo estáis pensando, os lo confirmo: hasta en la playa―. Su pelo no sigue ningún
orden prefijado. Cada punta se dispara teniendo el color que más le apetezca a
su dueña. Y su piel es de un blanco inmaculado, brilla hasta en la oscuridad
―os lo juro―. El toque de color lo ofrecen sus gafas, de pasta grande de
tonalidad verde fosforito o naranja o amarillo o rosa o… En definitiva, Belén
tiene un gran muestrario de lentes.
Excéntrica
la llama mi madre. Yo, la mejor amiga que una persona puede tener. Siempre ha
estado a mi lado y con esto de Pedro... ―como habéis deducido Pedro es el HdP
de mi ex―. Belén siempre está ahí.
―Hola
preciosa ―me saludó en cuanto le abrí la puerta―. ¿Y eso? ¿La basura? ―Señaló
las bolsas donde había tirado los últimos años de mi vida.
―La
basura ―confirmé.
―Pues
vamos a tirarla.
Me
arrancó una sonrisa. Belén siempre estaba dispuesta a ayudarme.
©Aileen Diolch
Con ganas de saber más cosas de Nia. ;)
ResponderEliminarMe alegroooooooooooooooooooooooooooooo <3
EliminarOficialmente enganchada a la historia....gracias por compartirla !
ResponderEliminarBesos !
Gracias a ti por seguirla <3
EliminarJajajaja, que risa! Te está quedando genial ;)
ResponderEliminarJajajaja, genial ;).gracias por compartirla !
ResponderEliminar